viernes, 9 de septiembre de 2011

Confusiones de un publicitario - 11.


Al vetusto mayordomo que nos recibió aquella madrugada a las puertas del Palacio
de Ayete, no le sonaba mi cara como la de uno de los miembros del juarado del Festival de Cine Publicitario que allí se alojaban.
Acertaba el antiguo servidor del régimen, porque en ese momento yo estaba siendo
introducido clandestinamente en el recinto como consecuencia final del típico
desmadre a la donostiarra.
Una vez dentro del palacio que acogió durante muchos veranos a la élite franquista conocida como Los 40 de Ayete, tuve la oportunidad de presenciar escenas dignas de un guión de Azcona.
Ante el desconcierto del sirviente, algunos miembros del jurado deambulaban por aquellas nobles estancias, fantaseando con la presencia de fantasmas del franquismo
en sus aposentos. El que no había visto a doña Carmen Polo arrastrando sus collares, se había tropezado con Carrero Blanco en camisón. No faltaba quien había localizado
a Licinio de la Fuente en el armario, e incluso los había que se habían encontrado
en su cama a Carmencita.
Días despues, el atónito mayordomo juraría haber visto a unos desaprensivos fumando porros y cantando La internacional en el despacho del Caudillo.
Confieso que yo era uno de ellos.

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