El magistrado se revolvió en su asiento visiblemente incómodo
y señalando la pantalla del portátil, le recriminó al boguero:
- ¿Le parece a usted bonito faltarle así el respeto a tan insigne
representante de la ilustración, eminente librepensador y adalid
del anticlericalismo?
- El maldito cariñena que se apoderó de mi, señoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario