martes, 23 de agosto de 2011

Rouco Voltaire.


El magistrado se revolvió en su asiento visiblemente incómodo
y señalando la pantalla del portátil, le recriminó al boguero:

- ¿Le parece a usted bonito faltarle así el respeto a tan insigne
representante de la ilustración, eminente librepensador y adalid
del anticlericalismo?
- El maldito cariñena que se apoderó de mi, señoría.


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