Cansado de habladurías y fiel a sus humildes orígenes, Pepe Bono
ha emprendido un viaje sentimental al Benidorm de su juventud,
con la conciencia tranquila y ligero de equipaje.
Su estancia en la pintoresca localidad alicantina transcurre
plácidamente entre el dominó y la pesca, alejado de las
especulaciones locales sobre el futuro inmobiliario del municipio.
"A ver si podemos tener el veranito en paz", le ha dicho a un
reportero de La Gaceta, agarrándolo cariñosamente del pescuezo.
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