Hubo un tiempo en que Josemari era un muchacho prudente
que se lo pensaba mucho antes de tirarse a la piscina y si lo
hacía, era para nadar y guardar la ropa.
Sin embargo años después, confundido por la soberbia del poder
e influido por las malas compañías, no dudó en lanzarse de cabeza
a las turbias aguas de una guerra infame.
Cual no sería su sorpresa cuando, al regresar a la orilla sucio de
petrodólares, comprobó que su ropa había desaparecido.
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