Conocí a Cucho Alvarado a bordo de una furgoneta wolkswaguen
recién salida de una historia de Robert Crumb, en la que viajaban
los sueños de un anarquista ibérico en su variedad creativo publicitaria.
Muchos kilómetros después, quizás con algún sueño menos, Cucho sigue
siendo el mismo. Rechace imitaciones.
Jo Carlos...Me mocionao...Y yo que tengo lágrima fácil...Muchas grasias.
ResponderEliminarNo hay de que, compañero. Que menos.
ResponderEliminarY gracias por acompañarme en la soledad del blogero de fondo.
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