Manolo Valmorisco es el ejemplo viviente de que la bondad y el talento unidos
tienen alguna probabilidad de triunfar en el negocio publicitario.
La prueba es que, según cuenta la leyenda, a pesar de que durante su estancia
profesional en Chile iba a la agencia vestido con un mono rojo, el gran jefe,
admirador de Pinochet, aún le sigue recordando con enorme cariño.
Quizás sea un caso único, pero ahí está.
No hay comentarios:
Publicar un comentario