miércoles, 14 de septiembre de 2011

Confusiones de un publicitario - 12.


Durante la década de los ochenta trabajé como un chinito para una marca de automóviles cuya directora de marketing alcanzaría los más altos cargos directivos internacionales, ayudada por el sudor de mi frente.
Tan convencida estaba de que mi creatividad impulsaba su irresistible ascensión
que un día, dandome su teléfono privado, me rogó le comunicara el más mínimo problema, asegurándome que si yo decidía cambiar de aires ella no dudaría en cambiar de agencia.
Aunque me sobraron los motivos, nunca hice esa llamada, por respeto a unos socios
que poco después me dejarían a los pies de los caballos.
Fue una de las mayores equivocaciones de toda mi vida.

1 comentario:

  1. Tiene que ver con tu anterior "confusión " en la que relatabas tu incapacidad para putear al prójimo.

    ResponderEliminar