lunes, 29 de agosto de 2011

Realismo mágico.


Juan José Millás y yo coincidimos en la mili, él leyendo
a Nabokov y yo releyendo a Henry Miller.
Pero lo más literario nos sucedió una cruda noche de invierno
que me quedé dormido en la garita, circustancia que aprovechó
un cabo sin escrúpulos (*) para robarme el fusil.
Cuando desperté desarmado, Juanjo formaba parte del pelotón
que venía a relevarme y no tuve otra que incorporarme a la
formación detrás de él, fingiendo llevar un fusil invisible
al hombro, mientras emprendíamos camino hacia el cuerpo de
guardia, entre la niebla.
Al llegar, Millás me pasó un brazo por los hombros diciéndome
emocionado: "Carlos, antes de que te fusilen, quiero que sepas
que gracias a ti he descubierto el realismo mágico."

(*) Se llamaba Juanjo Díaz y ahora vive en Ibiza, rodeado
de bellezas.

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