viernes, 29 de julio de 2011

Camilo 1936.


Crecí en un pueblo de Extremadura donde el paso de la guerra
civil dejó un recuerdo que marcó mi infancia.
La toma del pueblo por las tropas de Franco en agosto del 36
era un tema recurrente de mi abuela que, como matriarca de
aquella familia, había protagonizado fascinantes hazañas bélicas.

- Abuela, cuéntanos otra vez lo de la tía Florentina en la guerra.
- Pobre Florentina...alojó en su casa a unos oficiales educadísimos
y cual no sería su sorpresa al descubrir que, antes de volver
al frente, se habían cagado en la cama y le habían retorcido el
pescuezo al loro. Cosas de la guerra.

Muchos años después, leyendo "Memorias, entendimientos y
voluntades", descubrí alborozado que Camilo José Cela se
confesaba autor de los hechos, describiéndolos con
abundancia de detalles.
Para la cagada, el Nóbel no encuentra más disculpa que
una demencia transitoria, y para el loricidio, conociendo
a mi tía Florentina, la cosa no necesita mayor explicación.

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